El librecambio que caracteriza al sistema económico global imperante separa
geográfica, cultural, psicológicamente, la oferta de la demanda; asocia a los
productores de cada país con los consumidores de países diferentes. Crea un
universo ecomico en el cual, al contrario de lo que ocurría bajo legislaciones
proteccionistas
,
el e
m
presario ya no tiene el senti
m
iento de contribuir
,
por
m
edio
de los salarios que distribuye, a la formación de una demanda a nivel nacional.
La agregacn de los salarios a escala mundial es una abstraccn que pierde su
significado mientras que los salarios sólo constituyen en lo sucesivo para la
e
m
presa un coste de producción
,
que le interesa reducir lo
m
ás posible
. E
ste es-
que
m
a genera las condiciones ideales para un retroceso general de la demanda
global respecto a las ganancias de productividad aportadas por el progreso
técnico
. C
uando el interca
m
bio transciende las fronteras nacionales el capita-
lis
m
o se retrotrae a su estado primitivo: el de un sistema cuyos agentes ya no
llegan a concebir el concepto de demanda global, se encuentran totalmente
do
m
inados por el juego de las fuerzas
m
icroeconó
m
icas y se pierde la noción de un
intes general de la comunidad. La teoría económica al uso en la actual
coyuntura pone énfasis en resaltar los efectos beneficiosos del librecambio en la
productividad, Pero es sospechosamente silenciosa por lo que respecta a las
consecuencias en la demanda. Insisten entusiásticamente sobre las ventajas de
precios para unos consumidores cuya existencia llega a ser indemostrable. Tal
silencio y tal olvido son inexplicables
. N
o se co
m
prende que un proble
m
a que trajo
de cabeza a la
m
ayoría de los econo
m
istas hasta la década de los setenta haya
,
co
m
o
por arte de magia, desaparecido y perdido todo interés ecomico y político. El
mundo parece haber vuelto a comienzos del siglo XX. Anteriormente, la ley de
los mercados había sido la ortodoxia del mundo capitalista.
Se está comprobando hasta qpunto el librecambio, cuando se lleva hasta sus
últi
m
as consecuencias
,
supri
m
e la posibilidad de una regulación
m
acroeconó
m
ica
,
explícita si se efectúa desde el poder potico
,
i
m
plícita si se deriva de un senti
m
iento
nacional generalmente asumido que lleve a percibir a los agentes económicos,
productores y consu
m
idores
,
obreros y patronos
,
relacionados e interdependientes
,
la comple
m
entariedad de sus intereses, s al de los mecanismos del
m
ercado
y la competencia. Crea las condiciones objetivas para una vuelta a etapas del
capitalis
m
o que se creían superadas
,
al siste
m
a econó
m
ico en el cual los salarios
crecen s lentamente que la productividad. Es evidente la desconexión de los
salarios, y por tanto del consumo, en relacn a la productividad, consecuencia
del librecambio. Pero a la postre se ve comprometido el propio crecimiento de
la productividad, la cual debe inevitablemente bajar y ajustarse al retraso
tendencial de la demanda.
L
a superación eco
m
ica de las fronteras nacionales conduce a la sociedad a un
estado pri
m
itivo del capitalis
m
o en vez de hacerla avanzar hacia una superación
post
-
nacional
. E
n el gi
m
en de librecambio generalizado
,
toda tentativa a escala
nacional para ajustar por lo alto la demanda, para aumentar el consumo de los
hogares o de las co
m
unidades a través del alza de los salarios o del déficit público
,
tan sólo logra crear de
m
anda para el resto del
m
undo
,
con un alza de costes para
las e
m
presas y un perjuicio para el conjunto del país que intenta esa reactivación
.
Tal es la situacn en la que está embalada la econoa mundial en el comienzo
del siglo XXI, en la cual las empresas se afanan por reducir sus costes
salariales y la demanda interior, a golpe de planes sociales, para ser s
competitivas en mercados concebidos como exteriores. Exteriores a cada país
en particular, exteriores a todos en realidad. Ya que lo que enmascara la
distinción entre demanda interior y demanda exterior, medida a nivel de las
naciones, es que la demanda exterior de la una se integra en la demanda
interior de la otra, y que la agregación a nivel mundial de las demandas ya no
permite que aparezca ninguna demanda exterior. Contraer, como se es ha-
ciendo, las demandas interiores es reducir la demanda global.
E
n esta situación pode
m
os fir
m
ar el acta de falleci
m
iento de la sociedad de consu
m
o y
el acta de naci
m
iento de la sociedad de exportación
,
un
m
undo de productores sujetos
a un
m
ercado
m
undial
m
inado por una tendencia a largo plazo al estanca
m
iento
.
Paragicamente el capitalismo victorioso puede llegar a ser víctima de su
exceso de éxito, pero arrastrando, por desgracia, a toda la sociedad, a un
abismo que no parece saber evitar.
Septiembre de 2000
Tendencia al
estancamiento